“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas -la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias- para decidir su propio camino”
“Cuando ya no podemos cambiar la situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”
El impacto de la pandemia
Durante los meses de aislamiento social preventivo y obligatorio, aparecieron diferentes emociones. La mayoría de ellas asociadas a sentimientos de miedo, tristeza y soledad, incertidumbre y pérdida del control.
El miedo al contagio y eventualmente a la muerte, la incertidumbre del futuro y la imposibilidad de salir de nuestro hogar debido a imposición externa, nos hizo necesariamente mirar hacia adentro nuestro. De un día para otro, todo había cambiado: no podíamos recrearnos en el exterior, ni ver a nuestros seres queridos, estábamos muy aislados.
Nuestras vidas comenzaron a transcurrir dentro de casa, largas horas pasaban hasta que llegara la noche, trabajando full-time frente a la pantalla (si aun teníamos la suerte de conservar el empleo).
Se sumó a todo aquello lo relacionado a lo doméstico y familiar: la limpieza, las compras, comidas en casa -sin saltear una-, el cuidado de los hijos, el “homeschooling”, la hiper vinculación familiar.
En algunos casos ocurrió todo lo contrario para aquellas personas que viven la cuarentena en absoluta soledad. En estos casos tolerar el aislamiento implicó un gran desafío a la salud mental, apelando a la capacidad de sobreadaptación.
Como psicóloga clínica aprendí durante estos meses cómo cada uno de nosotros procesa situaciones traumáticas (como una pandemia) con los recursos que se tienen a mano. A veces tenemos más de los que creemos, otras veces debemos incorporarlos.
Y hablando de recursos y herramientas me voy a referir a la resiliencia.
¿Qué es la resiliencia?
Resiliencia es saber afrontar la adversidad de forma constructiva. Saber adaptarse con flexibilidad y salir fortalecido del suceso traumático. Es tener la confianza de que el golpe recibido no nos desestabilizará si le hacemos frente, si lo asumimos y lo utilizamos para mejorar nuestra vida, integrando el aprendizaje a nuestro repertorio interno.
Las personas resilientes, cuando se enfrentan a una adversidad o la tristeza de una pérdida y deben transitar por un duelo se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Pero ésta no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener una “buena autoestima”. Por eso considero que la resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.
¿Cuáles son las características de las personas resilientes?
Básicamente son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y las personas que lo son saben usarla a su favor: conocen cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. Son realistas y confían en sus capacidades.
Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, ellas confían en lo que son capaces de hacer. Si hay algo que los caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos. La autoestima está suficientemente fortalecida.
Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Asimismo, se rodean de personas que tienen una actitud positiva y saben cultivar sus amistades. De esta forma logran crear una sólida red de apoyo.
Otra de las características es que no intentan controlar las situaciones, registran sus emociones y las aceptan. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todo, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos, aunque no tengan el control. Se centran en registrar y legitimar sus emociones, y aceptarlas.
También afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
En esta Pandemia hay algunas preguntas que nos podemos hacer
¿En quién me voy a transformar cuando esto termine? ¿Qué nuevos recursos debo aprender para este nuevo mundo? ¿Qué pude aprender de mí mismo en este periodo? ¿Cómo mejorar mi resiliencia?
Aquí propongo algunos tips valiosos:
*Practicá la auto observación: el conocerte mejor y fortalecer tus cualidades te permiten una adaptación positiva al cambio. Premiate con algo que te guste todos los días.
*Confiá en tus propias capacidades sin caer en la exigencia del perfeccionismo.
*Hablate a vos mismo con cariño, con respeto. Permitite sentir y aceptarte. Sé flexible y tolerá tus momentos de malestar sin culparte por sentirlos.
*Puntuá lo bueno por sobre lo malo.
*No te centres en la queja, ya que paraliza y hunde. Tratá de mantener el humor y sonrisa ante las dificultades.
*Mejorá la salud física. ¡Somos una unidad inseparable! (mente y cuerpo). Una persona resiliente cuida su físico para contrarrestar los efectos que generan las situaciones de adversidad y de estrés.
Algunas emociones, como la ansiedad, la inquietud, el enojo / ira, pueden dificultarnos a la hora de interpretar la realidad, generando distorsiones cognitivas. Dejemos de sentirnos atrapados por nuestros pensamientos anticipatorios y negativos, trabajemos diariamente para aceptar y regular nuestras emociones, tomar las riendas de nuestra vida y sentirnos más libres.
¡La mejor manera de generar resiliencia!
Daniela Quaintenne
Lic. en Psicología (UBA)
Coach Organizacional